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Luchando contra la intrusión y la contaminación lumínica.

Hace unos años compré mi primera vivienda. Un piso en un humilde barrio de Madrid, con zona residencial comunitaria: piscina, pista de paddle y columpios para los niños. Era una de esas zonas residenciales que se construyeron durante la época de la burbuja inmobiliaria. Una de las cosas que más llamó mi atención fue la iluminación de las zonas comunes, unas farolas con focos halógenos apuntando hacia el cielo con un parasol de reducidas dimensiones que intentaba sin éxito redirigir la luz hacia el suelo. Por la noche la fachada quedaba excesivamente iluminada y nuestra casa (y la luz que emitía) se veía desde bien lejos.

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Una farola de mi urbanización. Nótese que el foco estaba apuntando hacia arriba y el parasol es de unas dimensiones insuficientes para limitar la emisión superior. Eso sí, quedó de lujo para fotografiar este halo solar.

El problema, a parte de la contaminación lumínica, iba más allá, suponía una intrusión de luz en mi domicilio que me impedía conciliar correctamente el sueño en los meses de verano cuando hace calor y tienes que dormir con las ventanas abiertas.

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Bonito foco apuntando a la ventana de mi casa.

En cuanto tuve ocasión comenté el problema en una reunión de vecinos y aduciendo el problema de intrusión lumínica y aprovechando los problemas económicos que la «crisis» estaba haciéndonos pasar a muchos vecinos conseguí convencerles del ahorro económico que supondría apagar estas farolas. En el factor económico fue donde encontré más interés por parte de todos. Bajar la cuota de la comunidad nos venía bien a todos. Otro vecino propuso sustituir los halógenos de los descansillos interiores por leds, unas cuantas medidas de ahorro se incluyeron en el saco. Así fue aprobado por los vecinos y las farolas quedaron apagadas. No he calculado cuanto hemos ahorrado durante estos años, pero seguro que bastante. El beneficio para el medio ambiente y mi conciencia no tiene precio.

Hace unas semanas me sorprende ver que volvieron a encender las farolas. Volví a comentar el problema al presidente de la comunidad y le anuncié mi sorpresa ya que no ha habido votación en junta al respecto. Me comentó que algunas madres se habían quejado de que no había luz suficiente para que los niños jueguen en los columpios. ¿Los niños jugando en los columpios de noche? Vamos a ver… ¿En invierno cuando hace frío? Suelen quedarse en casa. ¿En Verano cuando a las 22:00 es casi de día? Tampoco me parece lógico. No hizo falta que amenazara con tomar medidas legales si no se hacía algo para sustituir o modificar las farolas pero le comenté que hay leyes al respecto. El presidente fue comprensivo cuando le comenté el problema de intrusión lumínica en mi vivienda y me dijo que se volverían a apagar las farolas hasta encontrar una solución.

Finalmente hoy he visto que han vuelto a encenderlas, pero ya han sido modificadas y ahora apuntan al suelo, como debería haber sido desde un primer momento. Además, a partir de las 23:30 las farolas son apagadas, quedando únicamente encendidas las luces para iluminar las zonas de paso (en la urbanización hay cámaras de seguridad que funcionan con luz infrarroja, no requieren luz visible para grabar).

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Es cierto que se podría haber mejorado más. La potencia de los halógenos se me hace todavía excesiva. Queda algún foco con emisión no adecuada, como el que vemos en la entrada junto a la garita del conserje. Seguiré peleando para mejorarlo. Pero sobre todo lo más curioso ¿Veis algún niño jugando en los columpios? La foto central ha sido tomada un domigo a las 23:00 con los chavales ya de vacaciones y sin cole el lunes.

Esto es solo un ejemplo de que todos podemos aportar un granito de arena para luchar contra la contaminación lumínica, tanto a nivel privado como presionando a las administraciones públicas para que tomen medidas al respecto (en mi calle hay varias farolas apantalladas por petición de otros vecinos que tenían problemas de intrusión lumínica por farolas de la calle).

Nótese además que las luces del parque de enfrente son leds blancos y totalmente apantallados con cero emisión superior, mientras que las luces del fondo (de una zona recientemente urbanizada pero sin pisos está excesivamente iluminada aunque con farolas de vapor de sodio). ¡Es una zona sin viviendas repito! Y tardarán años en empezar a construir ahí.

Todos tenemos derecho a descansar, a no sufrir la invasión de luces externas en nuestros hogares y a disfrutar de un cielo estrellado. ¡Ah! Y a que se use el dinero de nuestros impuestos con criterio Exijámoslo.

Mis agradecimientos a Susana Malón (@luminicaambient), Jaime Zamorano (@cefalopodo) y Alejandro Sánchez (@pmisson) por su asesoramiento y ayuda.

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Autor: Roberto Ferrero

Roberto Ferrero es miembro de las agrupaciones astronómicas Madrid Sur y AstroHenares. Astrofotógrafo desde el año 2009, sus trabajos han sido publicados en varias revistas especializadas como "Astronomía", Sky&Telescope y Astronomy, además ha contado con varias publicaciones en el AAPOD. En 2020 fue el ganador del V Concurso Internacional de Astrofotografía de Calar Alto. Monitor de astroturismo, divulgador FAAE y responsable de Turismo Estelar, portal web de turismo astronómico.
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1 thought on “Luchando contra la intrusión y la contaminación lumínica.

  1. Cuanto te entiendo!!!! Yo hace años conseguí que desconectasen la farola que alumbra mi casa, pero este verano la volvieron a conectar. Es una impotencia muy grande no poder disfrutar de la oscuridad nocturna, en una calle vacía completamente en esta urbanización donde vivo. Ni un solo insecto se escucha de noche, es muy preocupante la ignorancia que hay al respecto de éste problema, que no sólo afecta a nuestro descanso, sinó también al ciclo vital de la flora y la fauna ( insectos, aves…)

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