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Diario de observación astronómica. Julio de 2009. Altea. Capítulo VI.

Noche del 17 al 18 de julio

Si ayer eran las nubes las que amenazaban la observación esta noche es el viento. A eso de las 20:00 han empezado a asomar unos nubarrones grises por Bernia que bajaban a toda pastilla montaña abajo. Las nubes se deshacen en cuanto bajan de altitud pero los vientos no se detienen y aquí cuando el viento sopla de Bernia, sopla con ganas.
Descarto por completo bajar con el telescopio pero me pongo en la terraza ya que esta queda al abrigo del norte y me permite observar el horizonte sur. Ayer ya estuve observando algunos cúmulos en la zona de Escorpio y no se dio mal, hoy podré echar un vistazo a la zona de Sagitario.

Decidido a ponerme manos a la obra coloco el telescopio y me siento al lado, con las hojas de observación y los mapas estelares, como ayer. Dejo unos 15 minutos para que mis ojos se acostumbren a la oscuridad mientras recorro el cielo a través del ocular de 25mm haciendo zigzags. En un momento dado contra el cielo oscuro detecto una luz fantasmal muy muy débil. Pasados unos minutos lo aprecio con más claridad, se trata de un cúmulo asociado a nebulosidad (la Nebulosa del Aguila) aunque pasarían unos minutos hasta que la identificara porque estaba usando el telescopio sin alineado y no podía hacer uso de la función del Autostar que te identifica un objeto. La forma de identificar este objeto fue moviéndome sobre todo en el eje de altitud ya que sabía que en esa región del cielo hay varios objetos del catálogo Messier asequibles a mi pequeño telescopio, así que continué bajando y no tardé en encontrarme con M17 ( Nebulosa de omega ), un gran conjunto de estrellas brillante debajo de ésta, y un poco más abajo y a la derecha la guinda del pastel, M20 (la Nebulosa Trífida ) y M8 (la Nebulosa de la Laguna). Tal era la impaciencia y el asombro que me causó ver por primera vez estos objetos que me olvidé de tomar notas y pasaba de uno a otro sin apenas reparar en los detalles de cada uno, parecía que estaba haciendo el maratón Messier 🙂 Ahora que ya se que estos objetos son asequibles para mi telescopio me dedicaré a su observación más meticulosa en próximas jornadas, porque la verdad es que esta zona merece la pena y requiere su tiempo por la belleza y matices de que la componen. Sumergida en plena Vía Láctea es un empacho de estrellas, brumas y sombras, incluso para el ojo poco entrenado como el mío.

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